jueves, 30 de mayo de 2019

Fragmento de artista (2 de 5) Entrenando

Los rostros tienen muchos colores.  Tienes rincones amarillos, ribetes verdes, recovecos naranjos, puntos rojos, sombras cafés y negras,  azules y violetas.  Lo que les da el color es el clima,  también el grosos de la piel y su transparencia, la oscuridad de la sangre que llena las venas y arterias que cruzan por sus rostros, los vellos de la cara, las aperturas de los poros y los lunares.  Las manchas de sol, hielo y edad.  Los surcos, las arrugas, la sequedad o la crasitud.  La cantidad de melanina producto de la herencia genética y la vergüenza y quizás cuanto más, sin contar el maquillaje.   A propósito de maquillaje, se deben considerar en detalle la boca.  Las bocas. Las bocas tienen distintos volúmenes, algunas son carnosas otras secas, otras rotas, marcadas con cicatrices de peleas antiguas,  pintadas con labial sexy,  manchadas de tabacos, alcohol y besos.  Algunas tersas y deliciosas. En lo personal,  podría mirar siglos su humedad y los delicados pliegues que tienen,  para saber cómo imitar el color y la textura con el pincel o  a veces, con mi  propia boca.  En esta ocasión no hablaré del sabor eso es otro fragmento.  Otras bocas son chuecas, deformes y arrugadas.   Distorsionadas y enfermas, mentirosas, calumniadoras, pecadoras y oradoras a la vez.  Son hermosas, cuando cantan una canción o cuando besan, o cuando se entre abren despacio en el clímax, y a la vez cierran los ojos.  Los ojos.  Los ojos son todos distintos, complejos, son difíciles de mirar. Hay que tener suerte para mirar ojos sin ser vistos.   Las configuraciones que los componen son huellas únicas, a veces inverosímiles, también están los que mienten, esconden y traicionan.  Los colores de los ojos son particulares, pero hay que estar muy cerca para verlos bien.  Pocas cosas pueden imitar su brillo. Todos brillan, salvo los que ya no tienen vida. Brillan y reflejan tu propio ojo cuando los miras.  Debes entrenarlos,  debes mirar, debes ver los colores.   Sin que te vean.  Sin que te vean, porque te  puedes enamorar de una mirada, de una boca o de su piel.  Te convierte en polilla y te estrellas cuando brillan.  

Fragmento de artista  (2 de 5)

30.05.2019

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