jueves, 28 de junio de 2012

Respuesta

                        I

Protesto ante la mentira
protesto también ante la ira
contradigo a la verdad
que ciega el sentido y
el verbo amar.

Contesto tus palabras
con silencios y miradas
con acciones derramadas
desde dentro, bien adentro.

Donde nacen
las hojas rojas que crecen
que llenan las venas
que empuñan las manos.

Te contesto con mi arma
afilada entre mis dientes
con luz, dos o tres dagas
son más que suficiente.

No.

                        II


Ven silencio conmigo,
a escuchar la paz
tu, yo y mi amigos.

Ayúdame
y arranca los ruidos
de máquina funestas
que son tan solo muerte
sus sonidos.

Trae contigo los pájaros,
el viento y sus delirios,
volquemos tu música ahora
en la mentira, el miedo
y el sin sentido.  
  
Ven silencio conmigo,
a escuchar la paz
tu, yo y mi amigos.

                        III

No responderé más
tus fuegos buen amigo
ya llegó el silencio
que da todo el sentido.

jueves, 21 de junio de 2012

Grito en Silencio

                – ¿Sabes de qué me dan ganas a mi?  Me dan ganas de agarrar un camote grande y tirarlo a un ventanal.  Son cosas que uno no puede hacer, pero me dan ganas de hacer eso, hacer cagar un ventanal de esos grandes, como para soltar tenciones.
                – ¿Para soltar tensiones, de rabia?  Imagínate la rabia que les produce a los niños que hoy son hombre, a los cuales sus papas fueron muertos o torturados o aquellos que han luchado toda una vida para que hoy les den unas pocas lucas para terminar su vida, en un rincón enfermo y desahuciado por decenas de enfermedades que no son cubiertas por nadie. A nosotros que no nos paso nada, nos da esa rabia, imagínate a ellos.   No pretendo justificar, ni tratar de entenderlos, solo constato hechos, eso pasa y si uno quiere cerrar los ojos los cierra, si uno quiere taparse los oídos se los tapa, pero las cosas siguen pasando allá afuera.  Allá en el rincón, en una población allá en la orilla de la ciudad, está esa madre que todavía se hace mierda y la atropellan desde que se levanta hasta que se va a dormir, incluso en el sueño la atormentan.  Lo mismo el joven  estudiante, lo mismo el obrero, lo mismo el viejo, lo mismo todos y en todas partes.  El sentimiento que tú tienes, se replica y crece.
                Sé de mucha gente que siente rabia y que se siente a la orilla de la locura, apunto de empuñar un fusil, a punto de reventar. 
                – Si, si entiendo, a mí también me dan ganas de gritar a ratos.
                – Claro, a todos nos pasa eso.   

Entender

Tallo en mi conciencia
los ojos de mis hermanos
y dibujo con mi mente
la sonrisa de mi madre
en mis ojos cerrados.

Vivo en  la pintura
que se diluye en sangre
humedezco el pincel
en el agua de mi sien
y espero entender.

Que no puedo separar
mi libertad de la piel.

Que no puedo olvidar
nuestra forma de ser.

hoja, Parque O'higgins Santiago RM

viernes, 8 de junio de 2012

Cociendo


Pasa la aguja en un vestido claro, sus manos son jóvenes y ágiles cociendo, tejiendo, bordando.  Encima de la mesa tiene una pequeña cajita, un costurero, llena de botones e hilos, y una pequeña almohadilla con muchos alfileres y agujas ensartadas. Sin dedal que protegiera sus dedos, con una vista excelente, enhebra la aguja decenas de veces y cruza el género con paciencia agradable, puntada tras puntada, confecciona las pequeñas ropas.  
Mientras zurce, le inventa historias a Víctor y a Hortensia que toman té y comen pan con mantequilla sentados a la mesa.  Julia y la pequeña Lucy duermen en el dormitorio, a esa hora cálida de las cinco.    
La tarde es tibia y el sol anaranjado entra por la ventana que da a la calle y un florero de vidrio grueso, lleno de agua, refleja la luz entre los gladiolos e ilusiones que lo adornan y que esconden las miradas de los niños y la madre.  Cose un pequeño vestido para Julia, mientras piensa en que cocinará para la cena, a qué horas llegará Carlos ese domingo. 

–“Sopa, ajiaco o albóndigas, o traerá pescado para hacerlo frito. Un poco de arroz con leche para los niños”– pensaba ella sin desviar la vista de la tela y la aguja.

No se cansa, no se queja, sonríe y le cuenta algún chiste a Víctor que suelta una preciosa y feliz carcajada.  Desenreda el hilo que se atrapó en el entramado de una cinta roja  de raso y  Hortensia ya terminó de tomar su té, para que no se fuera a quemar, Lucía se lo había servido en el platillo.

–“¿Quedará parafina para cocinar? Mejor hago algo simple, no más, para no tener que ir a comprar.  El arroz está en un rato, así que eso no es problema”– pensaba mientras miraba de reojo a sus niños.   
Le falta poco para terminar el vestido y ya son casi las seis, Carlos llegará temprano hoy y el sol se esconde entre los cables y los postes de enfrente de la casa, la que se ensombrece lentamente. Termina  las últimas puntadas, remata la costura y enrolla el hilo en sus dedos y lo corta de un tirón.  Extiende sus brazos con el diminuto vestido entre sus manos, como para mirarlo bien, mientras estira a su vez la espalda y mueve un poco su cuello. 

Ella tomó la cuchara de plaqué, revolvió brevemente su té ya tibio y bebió un par de sorbos. La pequeña Lucia despierta y llora en el dormitorio.  

lunes, 4 de junio de 2012

Soledad a la Distancia

Volaré con la verdad entre los dedos,
amiga de las distancias muertas
en el altar de tu pecho escribiré mi alegría
y en tu mano derecha dejaré mi pena,
para que la dejes en la otra esquina
cuando dobles por ella.

No puedo volver el tiempo escrito
la distancia pesa más en la ventana mía
no entenderé el brillo de la luz
ni la noche , ni su oscuridad
y no puedo contar la falsa verdad
es la vida mucho más.

Triste quedó en la esquina aquella soledad
cuando la cambié por compañía
cuando un faro de destello cómplice
alumbró el camino que envolvía
a la traición y al alma mía.

Miro a la distancia el vuelo dormido
de un pájaro suelto que ha caído
en la mano y la voluntad del destino
abrió en una hoja un nuevo camino
ahora vivo,
ahora vivo.        
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