lunes, 26 de diciembre de 2011

El Carro en el Tunel (Recuperado)

Se apagó la luz rápido en medio del túnel, el tren freno rápido pero sin brusquedad, mientras se detenía se prendían parpadeantes y tenues las luces de emergencia.   Los frenos se quejaron por última vez con un sonido agudo, que rebotaba en el túnel.  Cuando finalmente el carro se detuvo, se sintió un murmullo generalizado, que solo denotaba inconformismo y una preocupación entre dientes, solo gente que iba acompañado comentó con más confianza, pero de todas formas eran contadas las palabras completas que se podían escuchar.
La soledad de toda esa gente apretada, buscaba un comentario en el otro que a su vez espera al otro, que dijera algo.  Las personas miraban hacia afuera, pero el reflejo impedía el horizonte, rebotando en contactos visuales con los otros, los cuales, no estaban seguros si los miraban, de todas formas si alguno de ellos, unos u otros sospechaban de un contacto visual, giraban su vista buscando un espacio vacío de ojos, un espacio solo y así poder volver a su soledad de aglomerado, prefieren la publicidad del carro, el cielo, el túnel o mejor aun el piso y sus zapatos.
Una muchacha de ojos claros, soplaba su pelo como para enfriar sus nervios, secaba el sudor de sus manos en los pantalones, para luego apretar fuerte un par de libros grandes contra su pecho.  Una señora con cuatro bolsas plásticas, llena de paquetes abultados, jugaba con sus collares plásticos y se movía tensa y cíclicamente molestando a un escolar que ponía caras de asco y miraba por la ventana hacia el reflejo o la nada, cansado y con cara triste.  Entre los hombros y los cabellos, un hombre secaba sus transpiradas sienes, acomodaba  una y otra vez el cuello de su camisa y el nudo de su corbata violeta, sin atreverse a sacarla de una vez y a ponerla en su bolsillo. Fueron los únicos que me miraron por menos de un  segundo. El calor se hizo más intenso, no funcionaba el aire acondicionado o si funcionaba estaba sobrepasado de gente, las pequeñas ventanas redondas solo se podían abrir un poco, me imagino que por seguridad.   
En el silencio del murmullo, se escucha un pitido agudo, que rebotó en el túnel. Una voz suave y seca transmitió por los viejos carros del tren– “Estimados pasajeros: la detención inesperada se debió a un corte general de la energía eléctrica en las líneas, estamos restableciendo la energía, para continuar cuanto antes con el viaje”  - otro pitido cerró el mecánico monólogo.  Otras dos o tres palabras se escucharon entre los dientes de los murmuradores pasajeros. Todos volvieron a sus pequeñas rutinas, que ya habían establecido en el ínfimo  lugar.  El calor se hacía más intenso y la muchacha de ojos claros, ahora respiraba con dificultad, mientras seguía soplando su pelo que le cubría un poco sus ojos.
 Pasaron dos minutos que es mucho tiempo, en este cuadro.  Uno joven subió la música de su reproductor, y el sonido salió más allá de sus oídos, mientras golpeaba el pasamano con las yemas de sus dedos y con la otra mano golpeaba su muslo, en un ritmo frenético y a destiempo, cerraba los ojos y movía su cabeza, el nos hacía desaparecer a todos. 
El pasamano del centro del carro, estaba lleno de manos que evitaban tocarse entre ellas, manos sudorosas de señoras acaloradas,  manos de hombres sin anillos, ni reloj, llena de pequeñas cicatrices oscuras, manos de escolares con pulseras de cueros, hilos, nudos y nombres.  
Un sonido de motor se encendió, otro murmullo más comprimido contra los dientes,  el aire acondicionado daba un respiro y esperanza de avanzar luego, yo saque mi cuaderno mientras las luces se prendían y subían la luminosidad celeste y crema.  Deje de mirar y sacudí un poco mi mente, pensé en llegar luego a casa y el tren comenzó a andar mientras un suspiro muy suave casi imperceptible se sintió de los pasajeros, tome mi lápiz y mientras escuchaba el aviso de la conductora  - “Próxima estación Baquedano, lugar de combinación con Línea 1“ – yo  escribía mientras el carro se metía en la estación.


"A casa

Decenas de pares de ojos oscuros,
glaseados de esperanza de llegar a casa
desfilan repetidos tras las ventanas redondas
de celestes violáceos y luces blancas.
Mi reflejo en el espejo, del túnel oscuro
me recuerda el trabajo pendiente en mi casa
el beso que me espera de entrada
y mi almohada de sueños cocida, descansa."

Santiago, 3 de Marzo 2011


domingo, 18 de diciembre de 2011

Regenerando

Que la vida se genere
en la literatura del muerto, puesto
que se ha ganado
por la vida que ha llevado.

Que se re-genere y se diluya
para que confluya
en la tempera y la acuarela
morada, naranja y amarilla
camino, luz y vida.

Que se entristezca en un azul y negro
que lo mire también Pedro
que no tenga miedo al miedo
que no tenga miedo a la nada
que no tenga miedo al todo.

Que destruya y se construya
que prevalezca la altura
y la profundidad de este modo,
para llegar desde los extremos
al centro, a la médula.

Es el mismo yo y yo nuevamente
El que se re-construye
egocéntrico y eco céntrico
libre y encerrado en sí
destruido y decadente en mi,
vivo y estridente en ti.

Yo y mis
miradas y palabras tiradas al papel
como manchas fugaces
esparcidas en un caos ordenado.

Que vuelan en mis dedos, mi cabeza
y mi camisa que se mancha
y el pincel que se humedece
de agua y letras muertas
de historias y destrucción, construida
por la ignorancia más bella,
infantil e inocente
de creer que esto es importante.





viernes, 9 de diciembre de 2011

Niño Gato.

En el techo se escucha el gato que arranca
y que jugaba con tanques el otro día,
que recuerda degollado al que pensó distinto,
que recuerda la cicatriz que desapareció a la familia.

Entre los ladrillos húmedos de rojos oxidados
los niños libres entierran las filosofías antiguas,
entre las delgadas tablas de sus fríos hogares
buscan la fuerza para rebelarse a lo escrito.

Levantan su cabezas y sus luces brillan
el gato sigue corriendo en el techo
lo acentúa una bala,
que estalla,
deprisa
y su conciencia en la cornisa
de la idea y de la falla.
 Junio 2011


Farolito.Pasaje Santa Filomena (Independencia-Santiago 17.12.2011)

Pintor de Caminos

Esculpe el camino
con el cincel de la memoria
y va tallando el sendero
con el cuchillo y la verdad

Pinta el futuro
con pinceles vivos,
muestra el color
de la vida en hojas.

Recorre el camino,
pintando el destino vivo.


Tras

Tras la piedra vacía y fría
de una lucha clínica y eterna
necesaria para dormir y respirar
necesaria para buscar el lugar ,
el preciso lugar
ansiado y utópico,
distante y al final interno.

Tras el corazón enrejado
y el grito negro acallado  
tras la prisa y la demora
de una justicia, mísera justicia
que no llega
ciega e inerte
inocente y loca.

Tras de ti y la pintura
tras la  rama arrancada
y arrojada a la suerte
de una nube en barricada
débil e impotente
fuerte y contradictoria.

Allá atrás están mis ojos negros
rojos de humos grises,
húmedos y gastados
tristes y furiosos.
Acompañando siempre
al latido, al latido
desordenado de un corazón
que vive y espera.


Renuncia

Buenos días. Quisiera hablar un minutito con usted. ¿Se Puede? Bueno en realidad tiene que ser ahora. No, no puedo esperar. Mira, yo les he dado cinco años a ustedes y tú no puedes darme cinco minutos. Bueno porque me aburrí de tratarlo de usted. También me aburrí de sus abusos, groseros y su trato ordinario.  Ya no se trata de plata, ni de mejores condiciones ¡Se trata de usted! ¡Pero déjeme hablar a mí! No le voy a aguantar otro maltrato. ¡Ni uno más! Ves lo que te digo.  Es desagradable tratar contigo y tenerte como jefe. ¡Renuncio! Huevón.        
Taza en la muralla. Av.La Paz (Recoleta Santiago) 17.12.2011

sábado, 3 de diciembre de 2011

La Fiesta



“…¡ay cuerpo, quien fuera eternamente cuerpo!,…”
Gonzalo Rojas

En la fiesta, lúcido y sobrio, veía  una cabeza ocupada de florero, decorada con ribetes dorados, puesta al centro de una mesa, llena de aceitunas, quesos, caviar y cuanta otra cosa ensartadas en palitos.  Sobre un mantel blanco, limpio, pulcro, sin ninguna mancha y otro negro, manchado de pinturas rojas, adornado con flores funestas, da lo mismo la verdad. Era una cabeza cortada por el cuello, sin cuerpo aparente.  Una cabeza cortada, pero que no sangra, pálida, de canas, arrugas y lentes de carmín. Con la lengua afuera, cansada de tanto hablar, de tanto de decir. Una cabeza llena de pajaritos, mariposas y egos muertos.  Su lengua morada saliva y mancha los platos y las cucharas. Sus ojos están caído entreabiertos  como queriendo mirar más, pero los pájaros que lo inundan le nublan su vista por dentro.  Parece esperar algo la cabeza, parece  esperar que la miren, parece que le gusta que la miren.  El pelo cano cae entre los quesitos y las salsas de colores.
 Los demás en la fiesta comen quesitos, aceitunitas, sonríen, se miran obscenamente los unos y los otros, que no sangran, que no ven.  Se miran se tocan las manos, se felicitan, se idolatran los unos a los otros y a la cabeza también. A cada rato la miran, hacen como que no la ven, sonríen, sacan un queso con saliva de la lengua muerta, comen un canapé con un pelo cano y siguen sonriendo, y se miran obscenamente.
Algunos siguen ocupando su cuerpo para que su cabeza se desplace, para que su cabeza se llene con un lenguaje corporal pedante, altanero, con estilos diversos, pero siempre altos, con ropas distintas, pero iguales.  Con la voz ajustada para la ocasión, buscando palabras en su memoria diccionaria.  Algunos callan. La mayoría calla porque en realidad no dicen nada.   
A ratos el mundo de la literatura o más bien el de la intelectualidad sublimada, a lo máximo a casi lo único, aburre.  Aburre en lo profundo.  Así que sobrio y lúcido trato de ver las cosas de otra forma más entretenida, no pretendo justificar la burla y mofas. Veo a ese hombre así y al resto como lo describo.  Solo una entre ellos, se ve distinta, se ve clara, yo la miro obscenamente, ella me mira creo que de la misma forma, me acerco a una aceituna y la cabeza de florero se levanta tosco, tenía algo de cuerpo ahora, se podía adivinar que no lo ocupaba hace mucho. Saco la aceituna tomándola del palito, tomo un poco de champaña amargo, mientras miro a ella, la distinta. Ella me ve. Ahora ella sabe que la veo. Ella se esconde, se pierde tras una cortina. Tomo otro trago de champaña, preferiría un poco de vino pienso.


 
Ahora la cabeza se dirige a dar su discurso de lengua muerta, yo la seguiré a ella la distinta. 


Diciembre 2011

Recoveco. Psje. Sta. Filomena (Independencia Santiago)  17.12.2011

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