martes, 20 de marzo de 2012

I Noche de Aysén

Escribo pensando en el niño
que hoy duerme en vela y miedo,
del valiente que alimenta la barricada,
de la niña baleada y su sangre.
De los que no dormirán
de los que finalmente morirán
de las mujeres amoratadas
del pescador y su rabia negra.


Escribo por la paz, tras la ventana
y la historia que se repite en sangre
del ataque cobarde,
que llena las lagrimas
que revienta en la llaga
que libera el grito
de la desesperanza.

Llena la emoción estúpida
y la letra se confunde
la pena llena
y la vida se escribe.

                                                                 21 Marzo 2012

viernes, 16 de marzo de 2012

Josefina


A Julia por su cariño al contarme historias.


“Lleva la vida entre los huesos y la carne,
en la vena que cruza el cuerpo cansado
y que llega a la sien, tarde o temprano. 

Ha trabajado toda su buena vida, tu vida,
por verte libre y entre los árboles jugar,
reír  amar y ser amada”

Josefina

                Faltaban casi dos horas para que saliera el sol, hacia frio en esas fechas, mucho frio y caía una pequeña brizna afuera, una delgada neblina bajaba casi imperceptible.  La calle y todos los potreros estaban oscuros, allá las canchas llenas de posas de agua, reflejaban a penas, las luces tenues, entre amarillas y anaranjadas, que colgaban de los postes de madera,  parecían las luces de un puerto lejano. Había llovido durante la noche, el asfalto desgastado y carcomido estaba húmedo y oscuro.  No había muchos que se levantaran a esa hora.  Los perros callejeros, mojados, casi congelados, no le ladraron ese día.    
                El había ordenados rápido y hábilmente los diarios y los había metidos cada uno dentro de  una bolsa y luego todo juntos en la caja que estaba amarrada a la bicicleta.  Llevaba puesto, un chaleco grueso café tejido a mano, encima una chaqueta larga y oscura, un gorro de lana cruda y un par de guantes, se puso una amarrita en el pié derecho, para no pescarse el pantalón con la cadena. La bicicleta roja, fría y un poquito oxidada  estaba lista, era bicicleta de dama lo que le había costado varias burlas de sus amigos, “La Josefina” la había nombrado. 
Empujó suavemente la bicicleta, silenciosa hasta llegar a la calle.  Se subió y  pedaleó lento al principio.  Respiró profundo y sintió el aire frio de la mañana entrar por sus narices y llenar su pecho.  A veces en la soledad del pedaleo, parecía que le hablaba y le daba las gracias a su Josefina. En realidad le hablaba a ella para darse fuerza a él y pedalear varias horas y entregar el diario a tiempo, pare ir luego a su otro trabajo en la tarde y llegar bien a su casa. 
                Pedaleaba varias horas al día arriba de la Josefina, esquivando autos y tirando hábilmente los diarios a las casa, sin detenerse ni bajarse.        
***

                -¿Donde estará Carlos? – pensaba y lloraba hacia dentro sin lágrimas, que sus hijos no la vieran – ¿Dónde más puedo ir? No quiero pensar más tonteras, debe estar bien. Hay Señor tráelo luego, que llegue luego.- Miraba hacia un horizonte perdido, quizás pensando en algún  lugar desconocido.   
                - Victor – llamó a su hijo – ¿Porqué no vas a ver a tu tío a allá  al Pinar y van de nuevo a Providencia a buscar a tu papá? Debe estar por allá.- dijo ella con tristeza en la voz.
                El también estaba preocupado y triste.  Iría, pero cada vez se hacía difícil que las esperanzas no se disolvieran, ya habían ido a la morgue de algunos hospitales, a comisarias. Ya le habían preguntado a varios amigos, familiares cercanos y lejanos, consultado en los dos trabajos que tenia.  Lo habían ido a buscar  a muchos lugares sin ningún resultado. 
                 Había salido hace seis días en su bicicleta, en la mañana muy temprano, bien abrigado. A repartir el diario en el sector alto de la ciudad. Desde ese día no había llegado, desaparecido no había dado luces de ningún tipo, nadie sabía nada de él.  Algunos temían lo peor y en casa la desesperanza crecía.       


***

                -Buenas tardes, sabe ando buscando a un caballero, es mi papá, hace seis días se perdió, lo hemos buscado por todos lados, puede que haya sufrido algún accidente –
                -¿Cómo se llama su papá?- dijo la señora de la recepción.
                -Carlos Concha Navarrete- dijo Victor con voz clara. 
                -Espéreme voy a ver - dijo ella y comenzó a buscar en las carpetas encima del escritorio, se dio algunas vueltas, abrió un par de cajones, miró en el estante de más arriba, inclinándose.  Atendió a otra persona, mientras Victor esperaba.   Era la segunda vez que iba a ese lugar, la primera vez no lo habían tomado mucho en cuenta, quizás porque eran menos días o la simple voluntad de quién lo atendió esa vez, no fue la de ahora.  
                - Joven - dijo la recepcionista - No hay nadie con ese nombre aquí, pero revisando tenemos a una persona que no sabemos nada de él, está aquí como N.N. , sufrió un golpe fuerte en la cabeza, estuvo inconsciente y perdió un poco la memoria, está como confundido todavía, lo trajeron los carabineros hace casi una semana. Acompáñeme por acá – la señora comenzó a caminar con pasos cortos pero rápidos, hasta que llegó a un sala donde habían varios enfermos.  Victor caminaba un paso atrás por los laberintos de la clínica,  y cuando llegó a la habitación, le costó reconocerlo, pero al final vio a su padre durmiendo en la camilla.
                - Si, él es mi papa, pero ¿Que le pasó? -  dijo Victor acercándose rápidamente a un costado de la camilla, puso su mano en el hombro de su padre, sintió un alivio enorme.
                - No sabemos mucho – respondió la señora - carabineros lo trajo por que al parecer cayo de su bicicleta, lo encontraron tirado en el suelo inconsciente, aunque también lo podrían haber asaltado, la bicicleta quedó en la comisaría, quizás lo empujó algún vehículo, no se sabe que le pasó.  Lo que sí, tiene un golpe en la cabeza que le hizo perder la memoria, como le decía, por  eso nosotros todavía lo tenemos ingresado como N.N.  El no sabe muy bien donde vive, como se llama, quizás no lo reconozca a usted tampoco.


***

                -Aquí tenemos las bicicletas – dijo el cabo, apuntando con su mano abierta mostrando un montón de bicicletas arrumbadas, una a una,  apoyadas entre sí. Viejas desarmadas, con las ruedas chuecas y desinfladas, bicicletas de colores oxidados y entierrados.
                -Que hubo. Esa es la Josefina, esa no se me olvida. – dijo Carlos apuntando su bicicleta. 

Bicicleta en Curicó - 2011 

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Existe la magia?

Existe,
tras de tus ojos almendrados
que heredaste de tu madre
allá donde está el alma fuerte
que crece lleno de esperanza
de un mundo nuevo.

Allá existe la magia hijo,
la magia de tu pregunta.
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