viernes, 1 de diciembre de 2017

De Legua Emergencia a Legua Emergente.

En estos últimos días, muchos hablan de un sector, de una de las poblaciones más complejas y más cercanas al centro de la Santiago. En especial de La Legua Emergencia. Muchos dicen conocerla, haber estado allí, haber trabajado ahí. Tener amigo y familiares en ese sector. En las conversas, ayudan a crear mitos sobre lo que pasa y lo que no pasa en ese sector de la población. Incluso me han confesado que han comprado droga ahí, como si fuera gran cosa, esperando felicitaciones o que yo habrá los ojos como sorprendido, la verdad no sé sus pretensiones. A mi solo me sorprende la discriminación interna. Si, dentro de la misma población.



Hasta hace poco muchos creían que el nombre de Emergencia, es por el eterno estado en la que se encuentra esa parte de la población o era parte de la creatividad de los pobladores. A muchos, no les cae la teja que es una población de emergencia que ha durado casi 70 años. (1951 para ser exacto, bajo el gobierno de Gonzales Videla, un poquito después del fin de la segunda guerra mundial y en pleno represión de todo el movimiento social en Chile). Desde esos inmemorable tiempos, ningún gobierno, bajo ninguna ideología política ha podido con esta emergencia. Algunos solo la profundizan. 



El Estado, por otra parte (Y el estado es: gobierno y oposición, poder judicial, poder legislativo, las policías, gobiernos regionales, municipalidades, ósea todos, y no solo Bachelet o el de turno, sino todos, históricamente todos.) Ellos, se han paseado, han estructurados decenas de planes, maquetas, mapas y bosquejos, con una diversidad enorme de soluciones y pócimas milagrosas para nosotros, aunque la mayoría de las veces sin nosotros. Casi siempre, incluye violencia y represión, echándonos a todos al mismo saco roto como dicen los vecinos. Claramente han fracasado una y otra vez, el Estado nunca ha sido solución, para la Emergencia.

También están aquellos, que han querido históricamente: bombardearnos, acribillarnos, envenenarnos y desaparecernos. "Saquen los milicos a la calle"- dicen algunos, como si nosotros no supiéramos que significa eso. "Bombardéenlos" - dicen otros - como si nosotros no supiéramos de esas amenazas. Lo que si les ha resultado por ahora, es: relegarnos a orillas y al margen del bendito progreso, no tomarnos en cuenta y acallarnos; y les ha resultado también, eso de que nos matemos entre nosotros mismos.


Otros han venido desde la academia a estudiarnos, a experimentar con nosotros, poniendo a nuestros niños en salas de observación para estudiantes de pregrado (véase estudios de la UDP), laboratorios de creatividad para artistas, laboratorios de historias para Master y Doctorados. Se han hecho una infinidad de tesis y documentos para postular a los más variados títulos en las más prestigiosas universidades (y las no tanto, también). No tengo mayores problemas con esto último, muchos de nuestros pobladores profesionales lo han hechos también, solo si se quedaran o dejaran algo de todo eso, o al menos si continuaran profundizando, si siguieran exponiendo y socializando sus estudios. No por las lukas, sino instalando las verdaderas problemáticas y dejando las autocompasiones de lado, creyendo al menos sus propios discursos. No nos sirven los proyectos a corto plazo e intrascendente. Necesitamos ideas que se ocupen de lo humano y no de las cosas, de esos somos históricamente generadores y no vinieron las academias a enseñarnos, sino que fueron nuestros propios abuelos y abuelas maestros de cómo construir nuestras vidas. Creo que tampoco, necesitamos proyectos de artes o de deportes para salir de la droga o para no caer en ella, sino que lo necesitamos por que somos humanos, parte tangible de este terreno y de esta sociedad, aunque nos traten como nos tratan, quiéranlo o no. Somos nosotros los generadores de cultura y contracultura, por la infinidad de nuestra existencia, es nuestra clase la que genera y ha generado formas de expresión desde siempre. 


Y también habla la prensa, acerca de la Emergencia. ¡Ay! la prensa. Con sus imágenes recocidas, amalgamadas, montadas, equivocadas. Creando personajes de telenovela, o gánsters de novela negra. Nos han tachado y marcado con figuras literarias y metáfora dignas de los premios Limón. El Gueto, Los Carteles de la Legua, hasta con las Maras centroamericanas nos han comparado. Los titulares de programas como Aquí en Vivo, En La Mira o Informe Especial, nos dejan sin palabras, por su extra/ordinaria creatividad. Hemos sido material literario para periodistas de todos los colores. Y vendrán más a construir su curriculum. Somos tierra fértil del mito urbano. Y ella, la prensa, se alimentan, literalmente, de la exposición de nuestros problemas, según la mirada comercial, de vender la violencia. Noticieros, matinales y programa especiales, prensa escrita y de la otra, toda para mostrar lo mismo de siempre en un gigantesco uróboro, de grandes violencias y pequeñas luces de esperanzas que venden, pero ya no emocionan. 

Tantas aristas en un pequeño terruño. Que no terminaríamos de contar, pero en fin. Muchos sabemos que la emergencia se acabará cuando ya no exista la Emergencia o la alternativa es que se transforme en una Legua Emergente. Para lo primero fácil, solo se lo dejamos al tiempo, al estado, al mercado y ya llevan harto camino recorrido. Desapareceremos como la villa San Luis en Las Condes, como los barrios históricos de Estación Central, como algunas poblaciones en San Miguel, mutaremos en lo que odiamos, seremos parte de este orbe sin sentido, ni razón; sin identidad, seremos un conjunto de moles de hormigón sin historia y ni siquiera tendremos un mísero valor arquitectónico. Quizás los que leemos esto, no alcancemos a verlo. 

Para lo segundo es más difícil. Para transformarnos en una Legua Emergente, necesitamos la unión de los vecinos y vecinas, necesitamos que los egos y rencores de nuestros dirigentes, se hagan a un lado mientras damos la lucha, y que NO contagien a las nuevas generaciones, a quienes no les pesa, nuestras batallas perdidas. Necesitamos de ese extraño amor por un pedazo de tierra, donde vinieron a tirar a nuestros abuelos. Necesitamos querer este pedazo de historia importante de nuestro pueblo, para la memoria y para el desarrollo de todos y todas. Necesitamos volver a identificarnos con eso y no con aquellos, que nos muestran y bombardean día a día, los medios. Necesitamos aprender de los procesos anteriores, de nuestros errores, de nuestros fracasos, de nuestras penas y también de nuestras pequeñas victorias. Necesitamos alejarnos y mirar con distancia y desconfianza, a aquellos que no han calificado, estudiado y a quienes han hecho enfrentarnos entre nosotros, alejarnos de quienes nos han separado y han puesto trabas en nuestras organizaciones. Necesitamos reb(v)elarnos a lo escrito, una vez más. Por nuestros niños y niñas, por nuestros sueños.



Antonio Concha
Poblador
01.12.2017

Todo es Cancha.  Diciembre. 2007

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