miércoles, 28 de junio de 2017

De Reojo


De reojo veo a una niña que lee. Lee Bonsái entre la multitud de Baquedano, esperando el metro. ¿Será línea roja o verde? Pienso y me acuerdo de Bonsái, de los cuadernos Colón, de Zambra, otros dos títulos de él. La niña es joven, quizás unos 25 años, usa sombrero gris tipo espía rusa, abrigo largo gris, creo. Me acuerdo de mi abrigo, que no lo he usado este año. La niña tiene pelo claro, nariz respingada. La edición de Bonsái es nueva, portada roja y un bonsái en negro en la portada. Me gusta esa edición. Pienso en escribir esto.

Yo intento leer poesía en la misma masa de personas. Mientras pienso en otra cosa que no recuerdo, leo en automático, se me queda una que otra frase solamente y me digo, no puedo seguir leyendo acá. Ni de esta forma. Ella si puede leer Bonsái, está por terminar el libro. Debe ser triste terminar esa novela en el metro aplastado. Me acuerdo de la película, y que debo terminar otros libros pendientes. Ella se da cuenta que la veo. Trato de no molestarla. Pienso en escribir.

Leo un corto poema sobre una chica punk que casi atropella a una chica normal. Lo leo más de una vez. La masa se mueve al próximo metro línea verde. No logro subir. En realidad, no hago el intento de subir.

Bonsái se lee rápido, demasiado rápido pienso. Debería volver a leerlo, pero tengo muchos libros pendientes, pero ese se lee rápido. Se va la joven rubia y gris con su Bonsái en las manos, en el tren corto línea roja. La masa de Baquedano se mueve otra vez, nos movemos. Pienso en escribir esto otra vez. Espero que ella no termine el libro aplastada.


De alguna forma se explica, me acuerdo, que hay que recortar todo lo que no sirva, y no explicar lo innecesario. Este texto casi no tendría razón de ser y diría: Una joven lee en el metro. O quizás no diría nada, de todas formas pienso en escribir esto, y en la necesidad de escribir.

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