viernes, 13 de julio de 2012

La Señal

                Me sudaban las manos, el pecho se cerraba y mi respiración se aceleraba y se hacía más profunda, como para captar más aire.  Sentí calor en mi sien. Me saqué el sombrero y las gafas. Mi mano derecha tibia, temblaba casi imperceptible. Al mirar mi mano temblando, una pequeña mueca de sonrisa involuntaria, sentí que se esculpía en mi rostro. Sonreía, y ya no era yo. Ya me había atrapado, como antes.  Esta vez la lucha contra el perro negro, que es la locura, no la ganaría, no me había dado tiempo de reaccionar. Ya era tarde, ladraba en lo profundo de mi cabeza, fuerte, tragándose mi conciencia.  Ahí estaba. La señal de siempre en la cama.  Yo frente a ellas, las dos horquetas negras cruzando sus dientes de muerte, iluminadas por el rojo sol de la mañana. El otoño había llegado, era tiempo de muertos y perros desatados.

Making Leaves by Arthur Tress


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