jueves, 28 de abril de 2011

La Vieja Escuela

-Buenos días, como está usted don Máximo, ¿En qué piensa hoy? – Saludaba  el cartero, soltando preguntas al voleo, con una sonrisa sincera, mientras frenaba su bicicleta, frente a la puerta del jardín de la casa de Don Máximo.
-En la historia pienso hoy.  ¿De verdad quiere escuchar lo que piensa un viejo como yo? – dice don Máximo el cartero sonrió.  
-Pienso que la historia no la hacen los grandes próceres militares estimados amigo, la historia no la hacen las grandes batallas, porque siempre la escriben los que ganan y uno nunca sabe la verdad finalmente. En esta casa si hay historias, aquí nosotros, bueno en especial mis padres hicieron historia, nadie la escribirá, pero nosotros hemos hecho historia. – dijo el viejo parándose y abrochándose los botones de su abrigo y acercándose hacia la puerta del jardín.
-Para hablar del árbol hay que conocer sus grietas más profundas, dicen – agregó el cartero mientras se bajaba ágilmente de su bicicletas de pista que tenía en adelante una caja de cartón repleta de sobres separados en paquetes y amarrados con tiras de gomas elásticas, sujetándolos firmes a la caja y la caja a la bicicleta.
-Claro mi amigo, yo me crié en colegio católico, donde nos enseñaban harta historia se cantaba el himno nacional todo los lunes y debíamos ir con el pelo corto, que se vieran las orejas y el cuello de la camisa, decían las viejas de la escuela.   “Señoritas”, les decíamos nosotros aunque tuvieran todos los años encima y tracaladas de nietos a la espalda, nosotros las llamábamos con un “señorita” y su nombre de pila.   El uniforme, debía ser perfecto.  Mi madre me dijo siempre, pobre muy pobre, pero con los zapatos bien lustrados. Que buenos años fueron eso de todas formas – Decía don Máximo mirando a la caja de sobres mientras el cartera hurgueteaba buscando alguno para él.  
-¿En esos años se cantaba la parte del himno, de los valientes soldados…o no? – preguntó el cartero.
- Si y debo confesar que yo cantaba la canción orgulloso y fuerte, y después de viejo me enteré de algunas palabras que nunca conocí.  De la palabra “sostén”, me imaginaba otra cosa y de “lidiar” no sabía nada, mucho rato después entendí la parte esa “o el asilo contra la opresión”, antes cantaba todo junto y no tenía idea lo que cantaba, un buen rato me pregunté qué significaba “oelasilo”. Y nadie me lo dijo finalmente.  Los profesores enseñaban que teníamos que cantarla fuerte y sentir el pecho inflado y cantar con el son de una marcha militar, pero nunca enseñaron el significado de algunas palabras. - Hablaba fuerte don Máximo que no hablaba mucho en las sus tardes eternas, solo le gustaba mirar a la gente pasar sentado en su silla de madera a un costado de la puerta de su casa. Pero, cuando se encontraba con alguien que quería escuchar, él aprovechaba el tiempo.  El cartero con los sobres, ya en una  manos y en la otra su bicicleta, lo escuchaba con una sonrisa suave en los ojos, como recordando algo, él siempre escuchaba a don Máximo con respeto, siempre ponía atención a lo que decía. Dejaba caer de vez en cuando una frase, una que otra palabra, solo para agrandar sus dichos, para complementarlos, nunca lo contradecía, es que siempre tenía algo de razón pensaba él y lo que menos quería era discutir con él viejo, ni si quiera se lo imaginaba discutiendo.         
- Celebrábamos todas las victorias militares y las derrotas también, el día lunes en el colegio, era el día del acto cívico, todas las semanas estaba a cargo de un curso diferente, el calendario estaba plagado de efemérides. Todavía me acuerdo de algunas. El natalicio de Bernardo O’Higgins en Agosto, el 27 de Abril el día del Carabinero, el día de la fuerza aérea, la batalla de Maipú el 5 de Abril, etcétera. Ni hablar del 21 de Mayo que hasta el himno delos marinos nos aprendíamos de memoria, Incluso me acuerdo que para el día de la fuerza aérea tiramos aviones de papel desde el segundo piso del colegio.  Para nosotros no era más que un juego, una nota o punto extra en alguna prueba. – Recordaba el viejo mientras le estiraba la mano al cartero para recibir sus cartas.
- Si pues, solo un juego, yo nunca participe de esos actos, me daba vergüenza – dijo el cartero.
- Esas fecha mi amigo, no importan nada ahora, deberían importarle a los familiares de esa gente, a mí lo que importa ahora, es cuando nació ese cabro chico que va a allá corriendo, que es mi nieto y se me confunde hasta el nombre, no sé si es el Ismael o el Andrés.- dijo don Máximo buscando algo en sus bolsillos con una mano mientras apuntaba con la tras a su nieto que corría tras delante de un volantín.  - Yo antes era bueno para las fechas, ahora ya se me confunden todas – No sé si tiene ocho  o nueve años, tengo seis hijos y nueve nietos y esas fechas se me confunden. ¿Cuánto le debo?- dijo el viejo mirando los tres sobres que había recibido.
-¿Lo que sea su voluntad?  - dijo el cartero como mirando a un pájaro o algo en otro lugar.
- Mi voluntad es grande, pero la pensión es chica.  Tiene que ponerle un precio a su trabajo mi amigo - dijo don Máximo sacando trescientos pesos de su bolsillo y dejándoselos como escondidos en las manos del cartero, este no contó las monedas solo se las llevó al bolsillo.  
-Me levanté durante años a las cinco para repartir  el diario,  aunque después supe que mentía con descaro. Otros años me levantaba a las cuatro, para comprar pescado y luego venderlo en la feria y subíamos los precios en semana santa. Hice decenas de zapatos de cuero y suela, hasta que los chinos nos reventaron con sus plásticos y sus precios de huevos. Fume y me tome un sueldo una vez. Me hubiese gustado ser minero y admiré siempre a la gente de campo, al agricultor. Y sabe que mi amigo, lo haría setenta veces siete, setenta veces siete repetiría lo que hecho mi amigo, con tal de ver a estos cabros chicos jugar aquí. – dijo don Máximo, hablando como si fuera un secreto entre los dos.
- Yo también lo haría – dijo el cartero mostrándole una sonrisa.
El cartero monto su bicicleta flaca y de un amarillo oxidado gastado. Y se fue, despidiéndose con una mano, mientras con la otra manejaba su oficina ambulante. Tenía que repartir muchas más cuentas y unas pocas cartas y buscar más historias en los otros pasajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...