lunes, 23 de noviembre de 2015

Hombre bicentenario

Camina el hombre bicentenario, con su traje liso que refleja el sol con un color titanio, plateado con un matiz dorado. Una mochila cuadrada plateada en la espalda, cromados sus cierres. Zapatos de cuero café impecables o imitación, sin ninguna arruga. Camisa blanca bien abotonada, ni una mancha. Pelo blanco cano, más bien gris ahora que lo veo mejor, ahora que lo recuerdo mejor, pelo gris engominado todo hacia atrás, aerodinámico pienso ahora. Su piel un poco morena, mucho sol, solárium o maquillaje oscuro, casi combinaba con sus zapatos. Debí sacarle una foto ahora que lo pienso, pero sería invasivo, le consideraría una falta de respeto. Además caminaba tan recio entre los jacarandaes y los letreros publicitarios, que parecían flores plásticas de la selva de hormigón armado, caminando entre los espejos de edificios altos del Chile en colores, entre los verdes plásticos y las piedras de plumavit. Además quién soy yo para molestarlo, solo me recordó al hombre bicentenario, al fina’o Robin William y Asimov.

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