viernes, 30 de junio de 2017

Santa Ana Julio 2014

Todos los canales preocupados de un atentado a la iglesia de Santa Ana, seis camionetas con sus parabólicas apuntando sus microondas al cielo para informar del fuego. Mientras tanto, una pareja de indigentes comienza a tapar con plásticos sus cajas de cartón.  Esperarán la lluvia a un costado del imponente y vacío edificio, que sínicamente se hace la víctima y mira altanero haciéndose el sordo.


22.07.2014


Santa Ana en Junio

Salgo de las tripas de Santiago. Estación Santa Ana a cambiado, aunque me reciben las mismas palomas de siempre volando en círculos. La imponente iglesia es amarilla ahora (o siempre) y recibe los único y metafóricos rayos de sol en lo alto. Se siente el aroma a naranjas recién exprimidas de los carritos callejeros de los migrantes.  Ellos miran alrededor entre los vahos de los demás, como buscando a la policía que los acorrala sobre todo los viernes. Ellos está muchos más despiertos que nosotros, los obreros calificados entumidos, de finales de Junio.

miércoles, 28 de junio de 2017

Niños Zánganos

Cuando me dicen que los niños son zánganos, o minimizan la infancia a juegos y magia.

Pienso que no han escuchado la opinión de los niños y niña, es que no los han visto participar y luchar. No han visto las largas caminatas al colegio, los fríos de la mañana esperando el furgón, que los lleva a un colegio que muchas veces tampoco los escucha. Tampoco han visto a los niños que ayudan en la casa con sus hermanos, porque ambos padres trabajan. No han visto a niños que ayudan a sus padres en las labores de la casa, o en el mismo trabajo del campo, de la feria y tantos otros. No han visto, solo se ven ellos.

Ellos, los que han sido zánganos siempre, son los que efectivamente han tenido todo desde siempre, los privilegiados zánganos de siempre. Y que terminan viviendo en un mundo mágico de burbujas, y todo para ellos es un juego.

10.05

Cinco Haitianos

Cinco haitianos, exageradamente abrigados, según yo, limpian el callejón de Alarcón. Con la cordillera preciosa nevada de fondo, ríen cantan y tiran la talla en su lengua, que todavía no sé como se llama. Pensé en saludarlos, en felicitarlos por su trabajo, que parecía lo hacían bien y con un sonrisa blanquísima en la cara. Pensé, no me atreví.

Ellos dejaron su patria por venir a construir otra, que jamás, porque los conozco, se lo agradecerán lo suficiente.

"Los pobres no tienen patria"
Los Muertos de Cristo

12.05

18.05


Un cielo de cien barcos
con sus velas desplegadas
arrastradas tironeadas
Por los vientos estrellándose
en los mástiles
Y en las puntas pájaros anidando
en círculos perfectos de hojas secas
Escarlatas vigilantes aguardando
Grises mojados pacientes.

Sopa de Quinoa

Sopa de quinoa bajo un cobertizo de madera y hojas de selva.  Un vietnamita o similar sorbeteaba la sopa sonoramente, diciendo -lico lico -cada vez que levantaba la cabeza y nos miraba alegre. Una mariposa azul gigante cruzó volando delante de la mesa.

La felicidad tiene mil maneras hijo mio.


18.05

La tos

Cuando la tos no me deja, me acuerdo de la formación de retreta en Cohyaique, cuando por orden del sargento Caballero en posición firme, no se podía toser. No podíamos, por que según él, lo estábamos "pichuleando". Él no quería escuchar a nadie toser. La picazón de garganta era terrible, como un montoncito de hormigas sueltas en la garganta. Más de alguno intentaba toser para adentro, y de a poquitos, que no se escuchara, mientras el viento helado de la pampa austral partía las orejas y luchábamos con que no se cayeran los mocos, manchando la coipa. Permanecer quieto, bien parado, fusil terciado, servía como ejercicio para el mimetismo también, habían explicado. Las rodillas temblando de nosotros los flacuchentos morteristas, aguantando. Y me acuerdo de los pelaos de Antuco.


2.06.17

De Reojo


De reojo veo a una niña que lee. Lee Bonsái entre la multitud de Baquedano, esperando el metro. ¿Será línea roja o verde? Pienso y me acuerdo de Bonsái, de los cuadernos Colón, de Zambra, otros dos títulos de él. La niña es joven, quizás unos 25 años, usa sombrero gris tipo espía rusa, abrigo largo gris, creo. Me acuerdo de mi abrigo, que no lo he usado este año. La niña tiene pelo claro, nariz respingada. La edición de Bonsái es nueva, portada roja y un bonsái en negro en la portada. Me gusta esa edición. Pienso en escribir esto.

Yo intento leer poesía en la misma masa de personas. Mientras pienso en otra cosa que no recuerdo, leo en automático, se me queda una que otra frase solamente y me digo, no puedo seguir leyendo acá. Ni de esta forma. Ella si puede leer Bonsái, está por terminar el libro. Debe ser triste terminar esa novela en el metro aplastado. Me acuerdo de la película, y que debo terminar otros libros pendientes. Ella se da cuenta que la veo. Trato de no molestarla. Pienso en escribir.

Leo un corto poema sobre una chica punk que casi atropella a una chica normal. Lo leo más de una vez. La masa se mueve al próximo metro línea verde. No logro subir. En realidad, no hago el intento de subir.

Bonsái se lee rápido, demasiado rápido pienso. Debería volver a leerlo, pero tengo muchos libros pendientes, pero ese se lee rápido. Se va la joven rubia y gris con su Bonsái en las manos, en el tren corto línea roja. La masa de Baquedano se mueve otra vez, nos movemos. Pienso en escribir esto otra vez. Espero que ella no termine el libro aplastada.


De alguna forma se explica, me acuerdo, que hay que recortar todo lo que no sirva, y no explicar lo innecesario. Este texto casi no tendría razón de ser y diría: Una joven lee en el metro. O quizás no diría nada, de todas formas pienso en escribir esto, y en la necesidad de escribir.
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