No soy capaz
de hablar de amor cuando lo demás habla como si fuese un adjetivo banal, ¿Cuánto
tiempo se tardan en nombrar la palabra al viento? Como si se tratase de una
promesa a uno mismo ¿Cuánto
reflexionamos sobre nosotros, arriba de nosotros, desde lejos mirándonos al
hablar de amor? ¿Cuánto es lo que llegamos, a revisar, a escarbar, a raspar la
piel, antes de decir la palabra al oído? Era la Colorina, la que decía en su poesía que
su única lucha y triunfo sería encontrar la palabra que le habían escondido, ella y cuantos más, años, siglos buscando y
quizás no era esa la palabra, sin embargo otros, la sueltan así sin ninguna
culpa, sin miramientos, como sueltan las hojas los árboles o los vientos, no sé. Cuantas palabras vacías por minutos, cuantas
lanzadas a los riscos, como ecos perdiéndose en la sinsentido, del abismo de
silencios.
La
idealización del amor lo está llevando a su fin, el romanticismo que evoca, o más
bien, que le imponen lo desmiembra, ese amor que se muestra siempre tan limpio,
tan pulcro, tan redondo, tan sincero y
se nos olvida, que por amor se mata, que por amor se enloquece, que por amor se
odia, que por amor se vuelve uno estúpido y cree saber más que el resto. También que por amor se miente y se
escribe. Claro algunos dirán, es que eso
no es amor e intentarán dan cátedra de algo que llevamos investigando,
experimentando, sufriendo y sobreviviendo miles de años sin encontrar respuesta.
Creerán ellos, al menos por un rato, que si saben lo que es amor y tratarán de
explicarlo, casi con lujo de detalles, pero irónicamente nosotros sabemos que
esa persona no sabe, que en realidad nadie sabe, y él, terminará dándose cuenta
que tampoco sabe y terminará cambiando el tema, para no parecer ridículo, siútico
o alguna otra esdrújula.
Y me pregunto
entonces ¿Qué es?, así como Rojas se preguntaba ¿Qué se ama cuando se ama? Y en
vez de responder, responderse o respondernos, deja la duda eterna inconclusa en
una poesía, como si nosotros supiéramos que es poesía.
Al menos ahora
sí puedo decir, que el amor también es posesivo, es adictivo, es celoso, es ególatra
también y a ratos, narcisista. Algunos dirán que ese tampoco es amor, pero
son los mismos que dicen amar la lasaña, o amar las botas negras de nobuk, o
amar Hard Sun de Pearl Jam. ¡Quién los
entiende!
¿Y qué sé yo
de amor? ¿Y qué se yo de poesía?, quién me manda a mí a escribir de estas
cosas, si soy tan enredado. Al menos sé que las dos tienen cosas en común. La
poesía y el amor.
Te ofrezco amor del bueno y dejaremos las cursilerías.
Caballo Rayo (acuarela sobre papel) |
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