A mi madre obrera que no ha parado, que desde los 17 años anduvo de fábrica en fábrica, de taller en taller, que hoy se mete en el corazón de La Legua a atender a sus abuelitos, porque un día se convirtió en enfermera. Sin más casco que su amor y la fe como chaleco antibalas… cruza las calles donde muchos nos se atreverían y le queda tiempo para hacer teatro y le queda tiempo para ser madre y le queda tiempo para ser abuela. Para todos ella tiene tiempo.
1 de Mayo 2013
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