A Julia por su cariño al contarme historias.
“Lleva la vida entre los huesos y la carne,
en la vena que cruza el
cuerpo cansado
y que llega a la sien, tarde
o temprano.
Ha trabajado toda su buena
vida, tu vida,
por verte libre y entre los
árboles jugar,
reír amar y ser amada”
Josefina
Faltaban casi dos horas para que
saliera el sol, hacia frio en esas fechas, mucho frio y caía una pequeña brizna
afuera, una delgada neblina bajaba casi imperceptible. La calle y todos los potreros estaban
oscuros, allá las canchas llenas de posas de agua, reflejaban a penas, las
luces tenues, entre amarillas y anaranjadas, que colgaban de los postes de
madera, parecían las luces de un puerto lejano.
Había llovido durante la noche, el asfalto desgastado y carcomido estaba húmedo
y oscuro. No había muchos que se
levantaran a esa hora. Los perros
callejeros, mojados, casi congelados, no le ladraron ese día.
El había ordenados rápido y
hábilmente los diarios y los había metidos cada uno dentro de una bolsa y luego todo juntos en la caja que
estaba amarrada a la bicicleta. Llevaba
puesto, un chaleco grueso café tejido a mano, encima una chaqueta larga y
oscura, un gorro de lana cruda y un par de guantes, se puso una amarrita en el
pié derecho, para no pescarse el pantalón con la cadena. La bicicleta roja,
fría y un poquito oxidada estaba lista,
era bicicleta de dama lo que le había costado varias burlas de sus amigos, “La Josefina”
la había nombrado.
Empujó
suavemente la bicicleta, silenciosa hasta llegar a la calle. Se subió y pedaleó lento al principio. Respiró profundo y sintió el aire frio de la
mañana entrar por sus narices y llenar su pecho. A veces en la soledad del pedaleo, parecía
que le hablaba y le daba las gracias a su Josefina. En realidad le hablaba a
ella para darse fuerza a él y pedalear varias horas y entregar el diario a
tiempo, pare ir luego a su otro trabajo en la tarde y llegar bien a su casa.
Pedaleaba varias horas al día
arriba de la Josefina, esquivando autos y tirando hábilmente los diarios a las
casa, sin detenerse ni bajarse.
***
-¿Donde estará Carlos? – pensaba
y lloraba hacia dentro sin lágrimas, que sus hijos no la vieran – ¿Dónde más
puedo ir? No quiero pensar más tonteras, debe estar bien. Hay Señor tráelo
luego, que llegue luego.- Miraba hacia un horizonte perdido, quizás pensando en
algún lugar desconocido.
- Victor – llamó a su hijo –
¿Porqué no vas a ver a tu tío a allá al
Pinar y van de nuevo a Providencia a buscar a tu papá? Debe estar por allá.-
dijo ella con tristeza en la voz.
El
también estaba preocupado y triste. Iría,
pero cada vez se hacía difícil que las esperanzas no se disolvieran, ya habían
ido a la morgue de algunos hospitales, a comisarias. Ya le habían preguntado a varios
amigos, familiares cercanos y lejanos, consultado en los dos trabajos que
tenia. Lo habían ido a buscar a muchos lugares sin ningún resultado.
Había salido hace seis días en su bicicleta,
en la mañana muy temprano, bien abrigado. A repartir el diario en el sector
alto de la ciudad. Desde ese día no había llegado, desaparecido no había dado
luces de ningún tipo, nadie sabía nada de él.
Algunos temían lo peor y en casa la desesperanza crecía.
***
-Buenas tardes, sabe ando
buscando a un caballero, es mi papá, hace seis días se perdió, lo hemos buscado
por todos lados, puede que haya sufrido algún accidente –
-¿Cómo se llama su papá?- dijo
la señora de la recepción.
-Carlos Concha Navarrete- dijo Victor
con voz clara.
-Espéreme voy a ver - dijo ella
y comenzó a buscar en las carpetas encima del escritorio, se dio algunas
vueltas, abrió un par de cajones, miró en el estante de más arriba,
inclinándose. Atendió a otra persona,
mientras Victor esperaba. Era la
segunda vez que iba a ese lugar, la primera vez no lo habían tomado mucho en
cuenta, quizás porque eran menos días o la simple voluntad de quién lo atendió
esa vez, no fue la de ahora.
- Joven - dijo la recepcionista -
No hay nadie con ese nombre aquí, pero revisando tenemos a una persona que no
sabemos nada de él, está aquí como N.N. , sufrió un golpe fuerte en la cabeza,
estuvo inconsciente y perdió un poco la memoria, está como confundido todavía,
lo trajeron los carabineros hace casi una semana. Acompáñeme por acá – la
señora comenzó a caminar con pasos cortos pero rápidos, hasta que llegó a un
sala donde habían varios enfermos.
Victor caminaba un paso atrás por los laberintos de la clínica, y cuando llegó a la habitación, le costó
reconocerlo, pero al final vio a su padre durmiendo en la camilla.
- Si, él es mi papa, pero ¿Que
le pasó? - dijo Victor acercándose rápidamente
a un costado de la camilla, puso su mano en el hombro de su padre, sintió un
alivio enorme.
- No sabemos mucho – respondió
la señora - carabineros lo trajo por que al parecer cayo de su bicicleta, lo
encontraron tirado en el suelo inconsciente, aunque también lo podrían haber
asaltado, la bicicleta quedó en la comisaría, quizás lo empujó algún vehículo,
no se sabe que le pasó. Lo que sí, tiene
un golpe en la cabeza que le hizo perder la memoria, como le decía, por eso nosotros todavía lo tenemos ingresado
como N.N. El no sabe muy bien donde
vive, como se llama, quizás no lo reconozca a usted tampoco.
***
-Aquí tenemos las bicicletas –
dijo el cabo, apuntando con su mano abierta mostrando un montón de bicicletas
arrumbadas, una a una, apoyadas entre
sí. Viejas desarmadas, con las ruedas chuecas y desinfladas, bicicletas de
colores oxidados y entierrados.
-Que hubo. Esa es la Josefina,
esa no se me olvida. – dijo Carlos apuntando su bicicleta.
=) La Josefina! =)
ResponderEliminar..July...