Los nudos de la madera forman
escolopendras en el refugio.
Las hiedras y las ramas crecen afuera.
Brotan minúsculas semillas que casi puedo oír
crecer, en medio del silencio.
Un hilo de luna cuelga del cielo púrpura y
naranjo
y tú, con tu ropa roja , negra y suavidad
deshaces los hielos con la mirada
y hueles vinos, frutas y mostaza ya de madrugada.
Un dolor liviano de flechas cortas en mi
sien,
y como si fuera una flauta, un zumbido de
insecto en el oído.
Te digo que veo cosas mientras escribo,
tú me dices, que te da miedo eso,
yo lo dibujo.
Te digo que no es para tanto,
que se me viene a la memoria las velas al
viento por ejemplo,
flacos veleros bamboleándose en abril,
un ácido y espumoso sour a la orilla del
mar.
Comparto mis sueños contigo
mis deseos,
y tu lengua morada
de vino que seduce.
Podría vivir entre esos momento
entroncados,
son como los nudos de la vida.
Contigo.